¿Quién no se ha levantado alguna vez por la mañana y con los ojos entrecerrados, casi con movimientos automatizados y rematados con un reconfortante bostezo de felino y ha metido un vaso de leche o de café en el microondas?
Sobre todo en invierno, que es casi imperativo ese plus de bebidas calientes por la mañanas como condicionantes del correcto funcionamiento de cuerpo y mente.
¿Y comer de las conocidas sobras?. Ese famoso tupper en la nevera, guardando las porciones vencedoras de la cena de anoche que no pudieron doblegar a nuestro estómago.
O esos ajetreados días interminables que no dan tregua a la cocina, y te obligan a optar por opciones rápidas y en muchas ocasiones pre-cocinadas.
Lo que une a estas particulares escenas es un elemento común. El microondas.
Tan fácil como abrir la puerta, meter el alimento o bebida, y calentar. Sin fuego, sin humos y casi de forma instantánea.
En otro blog ya hablamos sobre su origen, pero este es un blog diferente. Aquí queremos conocer un poco mejor las peculiaridades y características de este gran compañero de equipo.
Según la RAE el término microondas está concebido dentro de la categoría de horno. Según la definición un horno microondas es un horno provisto de un sistema generador de ondas electromagnéticas de alta frecuencia que sirve para cocinar y especialmente calentar con gran rapidez los alimentos.
Una pequeña explicación de su funcionamiento, sin entrar en demasiados detalles sería: En el interior del microondas se encuentra un dispositivo eléctrico llamado magnetrón. Es el encargado de producir las microondas de alta intensidad. Se trata de una cavidad metálica con un filamento que se calienta al rojo vivo y emite electrones y un potente imán que los hace girar, generando así las ondas. Estas ondas son conducidas a un ventilador que las introduce dentro del compartimento de la comida.
El revestimiento metálico hace que las ondas revoten y se repartan por todo el interior. Esas ondas “agitan” las moléculas de líquido o humedad del interior de los alimentos (así como algunos azúcares y grasas) haciendo que estos suban de temperatura (y por tanto se cocinen). Al contrario que ocurre en un horno, el alimento no queda seco y crujiente, si no un poco húmedo y reblandecido, debido a la humedad que sale de dentro del alimento a fuera.
Sin embargo, este método de cocinado sigue levantando dudas sobre su salubridad pues hay quienes afirman que esas “ondas” son perjudiciales para el SH y otros que niegan esos argumentos.
Tanto ha sido este debate que hay cientos de artículos e investigaciones hablando sobre el tema. Incluso la Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado al respecto. Dice que Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque no son absolutamente innocuos, los hornos microondas no suponen un peligro grave para la salud. Si bien es cierto que, si quieres tener un riesgo 0, mejor no utilizarlo como único método de cocinar.
Pero entonces, ¿de dónde surge esta polémica? Si su funcionamiento es como dicen, ¿dónde está la duda?.
La primera cuestión que abordamos es sobre la radiación que emite el dispositivo. El concepto radiación no solemos asociarlo con algo bueno, a pesar de que, en el día a día, estamos constantemente en contacto con ella, (móviles, antenas de telefonía, escáneres de seguridad, la luz solar...etc.). El microondas emite radiación electromagnética, es decir, radiación no ionizante (no es como la radiación de una bomba nuclear, por ejemplo).
Este tipo de radiación es similar a la de un Smartphone (que todos llevamos en el bolsillo prácticamente todo el día) solo que es más potente. Sin embargo los microondas están dotados de pantallas y recubrimientos metálicos que evitan que dicha radiación salga (lo cual los hace más inofensivos que un teléfono móvil). No obstante, si quieres estar completamente tranquilo, mientras el aparato esté funcionando mantente al menos a 30 cm y no pegues la cabeza contra la ventana del dispositivo.
La otra cuestión sobre su salubridad se encuentra en los propios alimentos y en su respuesta térmica a esta radiación, es decir, cómo les afecta.
Los alimentos están formados por diferentes elementos, y cada uno de ellos tiene moléculas, partes y texturas diferentes, como la de un perrito caliente, cuya superficie es no porosa, pero el interior es más blando. Esas partes se calientan a diferentes velocidades, igual que ocurre con un huevo, la yema y la clara se calientan a velocidades diferentes, pudiendo llegar a explotar el huevo si este se cocina con la cáscara.
La eficacia y velocidad del cocinado/calentamiento en un microondas depende en gran medida de la potencia del aparato y el contenido en agua del alimento (también la cantidad de estos y su densidad). Si la energía es insuficiente para penetrar en la totalidad de los alimentos se puede dar una cocción desigual. Ahí es donde radica el riesgo para la salud. Si la comida no se calienta lo suficiente puede que no esterilice los microorganismos potencialmente peligrosos. Debido a ese hecho, la OMS recomienda que los alimentos calentados al microondas, descansen durante varios minutos después de completar la cocción para que el calor se distribuya de manera uniforme por toda la comida.
Cocinar un alimento, sea de la manera que sea, siempre provoca en este una pérdida nutricional. Esa pérdida depende de (a parte del propio alimento) la temperatura, el tiempo de cocción y el método
No obstante, el corto periodo de tiempo y la temperatura que necesita el microondas para cocinar le otorga una serie de ventajas organolépticas. El método de cocción que mejor retiene los nutrientes es uno que cocina rápidamente, calienta los alimentos por el menor tiempo posible y usa la menor cantidad de líquido posible. El microondas posee todas esas características.
Por ejemplo, algunos nutrientes, como la vitamina C, se descomponen cuando están expuestos al calor, provenga de la fuente que provenga. El microondas hace un mejor trabajo al preservar la vitamina C y otros nutrientes que se descomponen cuando se calientan.
Otro ejemplo donde podemos ver la eficacia del microondas es en las verduras. Cuando estas se hierven, parte de su valor nutricional se filtra en el agua. Sin embargo, con el microondas, esto no ocurre (ya que no se hierven). Podría decirse que es mejor cocinar las verduras al vapor o en el microondas (en ocasiones).
¿Produce cáncer?
Algunos de los compuestos causantes de cáncer son las aminas aromáticas heterocíclicas (HCA). Se forman naturalmente en alimentos ricos en proteínas, como la carne y el pescado durante la cocción, y es más probable que se formen si la carne se cocina durante mucho tiempo y a temperaturas más altas. Algunos investigadores han informado que los HCA se forman en el pollo a niveles más altos cuando se cocinan en el microondas Pero ninguna investigación ha afirmado o demostrado una asociación entre el consumo regular de aves de corral cocinadas con microondas y el cáncer.
En cuanto a los envases de los alimentos que se cocinan en el microondas, puede haber dudas de si los elementos químicos de estos pueden pasar al alimento al calentarlos. Sin embargo, hoy en día los recipientes (tuppers, o envases de plástico de comidas pre-cocinadas) están diseñados para soportar las temperaturas y las ondas del interior, por lo que su uso es completamente apto y seguro. Pero, si tiene dudas, lee las instrucciones del fabricante con detenimiento o incluso puedes volcar el contenido en un recipiente de vidrio o cerámica, para mayor tranquilidad.
La conclusión final de la OMS al respecto es que los alimentos cocinados en el microondas son tan seguros como cualquier otro método de cocina. Es tan seguro como cocinar en un horno tradicional, además de que los alimentos tienen el mismo valor nutritivo, en ocasiones incluso más.
Como excepción, no se recomienda calentar la leche materna humana en el microondas porque puede dañar los agentes antibacterianos en la leche.
Nuestra conclusión: Como amantes de la cocina, hay que ser honestos y admitir que, pese a que para algunas cosas el microondas es un elemento fundamental, rápido y útil (como calentar un líquido o un salsa rápidamente) no suele otorgar al alimento un acabado de textura, y en ocasiones sabor, muy logrado. Por ejemplo, cuesta creer que en un restaurante de renombre te sirvan un lomo alto de ternera cocinado al microondas. No obstante, para el día a día es un aliado perfecto que puede ayudarte a ahorrar tiempo y recursos, además de ser completamente sano y seguro. Demostrado en cientos de estudios, pruebas y test.